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Traducción en organismos oficiales

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ENTREVISTA A ANA MARÍA ROCA URGORRI

Traducción en organismos oficiales

Hoy tenemos con nosotros a Ana María Roca Urgorri, traductora de la Oficina de Interpretación de Lenguas del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Entre otros aspectos, nos hablará sobre su trayectoria profesional y la traducción en organismos oficiales. Muchas gracias, Ana, por acceder a participar en esta entrevista.

¡Muchas gracias a Nartran por invitarme a aparecer en su blog!

Conociendo a Ana

¿Por qué decidiste estudiar traducción e interpretación?

Cuando lo pienso ahora, me sorprende que, en su momento, la elección no me resultara más obvia. Era la carrera que aunaba mis dos intereses principales: la pasión por la comunicación en general y la escritura en particular, así como el gusto por el inglés. En cambio, barajé muy seriamente estudiar Periodismo y Filología Inglesa. No tuve en cuenta Traducción e Interpretación hasta que no me lo sugirió mi tía. A ella, que se dedicaba a la enseñanza del inglés y, ocasionalmente, a la traducción, le hubiera encantado estudiar esa licenciatura. Sin embargo, en su época, no existía. Me alegro mucho de haber seguido su recomendación.

¿Qué hiciste al terminar la carrera?

Cuando terminé la carrera, mi nivel de inglés escrito era mucho mejor que el hablado. Conocía la cultura de muchos países anglófonos en teoría, pero apenas la había experimentado de primera mano. Por eso, tenía claro que quería vivir un tiempo largo en el extranjero, preferiblemente en el Reino Unido. Estados Unidos nunca me había atraído tanto, pero me guie por el consejo de una profesora de la universidad. Así que solicité una beca Fulbright de Auxiliar de Conversación. Gracias a la beca, impartí clases de español en una universidad pequeña de Pensilvania. No solo cumplí mis objetivos iniciales, sino que conocí a gente maravillosa. Me entusiasmó la cultura estadounidense y confirmé lo mucho que me gusta la docencia.

Creo que en solo dos preguntas ha quedado patente que he sido muy afortunada por haber contado con personas con más trayectoria y perspectiva que me han animado a valorar opciones que, por desconocimiento o cabezonería, yo habría descartado. Es un lujo poder pedir opinión a mentores y colegas antes de tomar decisiones formativas o profesionales.

Experiencia en el mundo laboral

¿Cuál fue tu primer puesto de trabajo y qué destacarías de la experiencia?

Al volver de Estados Unidos, empecé a traducir e interpretar puntualmente y desempeñé varios trabajos a tiempo parcial. Con todo, el puesto al que dediqué más tiempo de manera continua fue el de profesora colaboradora asociada en la Universidad Pontificia Comillas, dando clase, sobre todo, de Introducción a la Interpretación.

Echo de menos la enseñanza y, si surge una oportunidad, me alegraría compatibilizarla con mi actividad actual. Me gustaba mucho su aspecto social y creativo. Al fin y al cabo, se trata de establecer una relación constructiva. Como cada grupo y cada estudiante son únicos, siempre hay que conocerlos e inventar y explorar distintas estrategias.

La docencia me parece, además, una actividad muy gratificante. Permite a quien la ejerce constatar directamente los efectos beneficiosos de su labor para otra persona. En realidad, el enriquecimiento es mutuo porque los alumnos también aportan siempre algo al profesor. Puede parecer un cliché, pero es totalmente cierto. Con sus preguntas o sus intereses diversos, le obligan a replantearse sus propios conocimientos y a profundizar en ellos para explicarlos mejor.

Crecí mucho como profesional gracias a mis estudiantes. Me mantenían actualizada y en contacto con realidades a las que, en principio, no tenía acceso. Así pues, ya que no dejo de insistir en lo importante que es escuchar las opiniones y consejos de los demás, no puedo dejar de señalar que la perspectiva de los alumnos también puede ser muy valiosa. Es probable que ellos me abrieran más horizontes a mí que yo a ellos.

¿A qué te dedicas ahora y cómo has llegado a tu puesto actual?

Me animé a presentarme a la oposición al Cuerpo de Traductores e Intérpretes del Estado y, al segundo intento, aprobé. Últimamente se están convocando muchas plazas, así que puede ser un buen momento para que quienes estén interesados se inscriban en el proceso selectivo. Consiste, fundamentalmente, en ejercicios de traducción o interpretación con distintas combinaciones de idiomas, según las características de la plaza a la que se opte.

Estoy destinada en la Oficina de Interpretación de Lenguas. Traduzco del inglés y del francés al español todo tipo de documentos relacionados con el desarrollo de las funciones del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Con todo, mis compañeros y yo también estamos al servicio de cualquier otro organismo de la Administración General del Estado.

Asimismo, nos ocupamos de organizar los exámenes para la obtención del título de Traductor-Intérprete Jurado. Esta es la acreditación oficial que permite dar fe de la fidelidad de las traducciones e interpretaciones ante las instituciones españolas. Otra de nuestras responsabilidades es asesorar a los miembros del tribunal evaluador en algunas de las oposiciones que incluyen pruebas de conocimiento de idiomas.

Traducción en organismos oficiales

¿Qué tipo de textos se traducen en el Ministerio y qué herramientas de trabajo utilizáis?

Sobre todo, traduzco textos de naturaleza jurídica. La Oficina de Interpretación de Lenguas se ocupa de verter al español los tratados, convenios y acuerdos internacionales firmados por España para su publicación en el Boletín Oficial del Estado. Asimismo, a menudo me encargan presupuestos y toda la documentación asociada a los proyectos de cooperación internacional para el desarrollo. No obstante, siempre existe la posibilidad de que me envíen textos de otra índole y no son raras las sorpresas en este sentido.

En el Ministerio, mis compañeros y yo utilizamos un programa de traducción asistida por ordenador: Déjà Vu. Nos resulta especialmente práctico en el caso de los proyectos que, por su urgencia, es necesario dividir entre varios traductores o que son muy similares a alguno anterior. Además, mantenemos varias bases de datos propias. Una de las claves de la traducción institucional es poder consultar fácilmente todos los precedentes, dado que es raro el texto que no remite o está vinculado a otros. De todos modos, aún podemos mejorar nuestras herramientas de trabajo. Esta es una de las cuestiones a las que estamos dedicando más esfuerzos en los últimos tiempos.

¿Cuáles fueron los principales cambios que encontraste entre tu puesto de profesora universitaria y de traductora en el Ministerio?

En realidad, cambió casi todo. Pasé de reflexionar sobre la teoría y la mejor manera de introducir a los alumnos a la práctica de la profesión, a tener que aplicar todo ello yo misma de nuevo. Me encanta hacerlo e ir refinando mi técnica con la experiencia. Me da mucha satisfacción resolver el rompecabezas que plantea cada texto. Además, incluso los temas más áridos acaban resultándome interesantes cuando me aventuro en ellos. Podría decirse que antes la clave era enseñar y ahora, aprender.

A diferencia de lo que ocurría en el aula, mi trabajo actual es básicamente individual. Tengo la suerte de contar con un equipo estupendo de compañeros con los que comparto proyectos con frecuencia, a los que consulto dudas, con los que colaboro de muchas maneras y que, con sus revisiones, me ayudan a mejorar. La traducción exige también la creatividad que tanto valoraba como profesora. Con todo, es cierto que su vertiente institucional es bastante rígida, al exigir respetar terminologías y usos ya acuñados.

Sin embargo, el cambio que más noto es la mayor distancia entre mis tareas y su objetivo. El material con el que trabajo suele tener consecuencias relevantes para mucha gente, por ejemplo, para los ciudadanos españoles o los beneficiarios de un programa de cooperación. Es motivador participar en los procesos correspondientes, pero el engranaje es tan enorme y complejo que me cuesta sentirme parte de él. Para mis compañeros y para mí no es fácil establecer contacto directo ni con los autores ni con los receptores de los textos. Es común que nadie responda a nuestras observaciones o recomendaciones, si bien solemos encontrarlas después reflejadas en el documento definitivo.

La traducción es la última de las preocupaciones de quienes están al frente de negociaciones largas y delicadas. Por tal motivo, recibimos encargos con muy poco plazo y, en algún caso, con escasa consideración por nuestra labor, aunque también hay quien la agradece muy amablemente. A veces sospechamos o, directamente, sabemos que estamos cumpliendo un mero trámite y la versión en español se va a archivar sin que nadie la utilice para nada. En suma, a pesar de que soy consciente de que mi contribución es importante, no se puede comparar con ver la cara de alegría de un alumno cuando consigue un sobresaliente en un ejercicio que al principio se le resistía.

Consejos para futuros traductores

¿Qué habilidades consideras fundamentales para ser un buen traductor?

En mi opinión, para traducir bien hay que entender que la prioridad es lograr que un acto comunicativo que se encuentra interrumpido por la diferencia lingüística y cultural cumpla su objetivo. Es fácil dejarse cegar por las palabras y las frases y la búsqueda frenética de equivalencias abstractas y, supuestamente, perfectas y terminar olvidando las necesidades del emisor y del receptor y el contexto en el que se enmarca el texto.

No es suficiente con preguntarse qué se dice, sino que es fundamental tomar en cuenta para qué se dice antes de elegir una de las muchas opciones posibles. Quien tenga esto presente no caerá nunca en sinsentidos, el error de traducción más grave que se puede cometer. Tampoco escribirá en la lengua de llegada de manera antinatural o confusa. Sabrá que tiene que seguir reformulando, comprobando, investigando y preguntando porque, por muy fiel que pueda parecerle su versión, no se puede conformar cuando el mensaje no desempeña su función.

Por supuesto, cuanto mayor sea su conocimiento de los dos idiomas y culturas en cuestión, mejor analizará el original y evaluará las distintas soluciones. Sin embargo, me parece que la conciencia de una intención comunicativa constituye la diferencia que justifica la contratación de un traductor humano en lugar del uso de un traductor automático.

¿Qué recomendarías a los actuales estudiantes de traducción e interpretación?

Siempre hay aspectos de cualquier profesión que no se pueden aprender en clase, sino que se descubren a lo largo de años de ejercicio. Sin embargo, creo que últimamente se insiste excesivamente en que, al salir de la universidad, no se sabe nada en realidad. Al menos en el caso de la traducción y la interpretación, esta idea es, desde mi punto de vista, falsa. Yo aprendí la base sobre la que he construido toda mi trayectoria laboral en la carrera y todavía recuerdo y aplico consejos de mis profesores. Incluso consulto a menudo los glosarios y notas que creé durante esos años.

Quizá tenga una opinión sesgada porque me dedico precisamente a aquello para lo que me prepararon en las aulas. En ellas se adquieren destrezas muy prácticas y generales que seguro que también pueden aprovechar quienes emprendan caminos distintos al mío. En definitiva, a los estudiantes actuales les recomendaría que aprovechasen al máximo su periodo formativo, cada nuevo tipo de texto y cada corrección: estoy convencida de que todo les será muy útil en el futuro.

¿Podrías dejar una pregunta para nuestro siguiente profesional entrevistado?

¿Cómo ves el futuro de la traducción y la interpretación? ¿Cuáles de las muchas predicciones que se oyen te parecen más probables?